En el año 2021, un nuevo proyecto de investigación que se desarrollará en los Andes ecuatorianos por los próximos tres años, se unió al grupo ‘Animal Behaviour Group’ (ABG) de la Universidad La Trobe en Australia. Este estudio está enfocado en analizar la ecología térmica de seis especies de lagartijas cercanamente relacionadas del género Stenocercus, también conocidas como “guagsas”, para comprender los impactos del cambio climático en sus poblaciones.
En el primer trabajo de campo de este proyecto de investigación, visité la Estación Científica El Gullán, propiedad de la Universidad del Azuay. Este lugar se caracteriza por la presencia de plantaciones de pino, pastos, cultivos y áreas de vegetación natural. Además, dado que este lugar se encuentra ubicado por encima de los 2500 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m), la temperatura promedio del aire fluctúa entre 6 y 15°C, siendo común la presencia de neblina y vientos fríos.



En este lugar habita la especie Stenocercus festae, comúnmente conocida como guagsa del austro, la cual está catalogada como Vulnerable por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) debido a la continua disminución de la calidad de su hábitat. Esta especie es endémica de los Andes del sur de Ecuador y es posible encontrarla activa en la base de pequeños arbustos.





Rosita, la cuidadora de la Estación Científica El Gullán, es una mujer encantadora y trabajadora. Ella se encarga del cuidado de las alpacas, ovejas y cuyes que viven en la Estación. Un día, mientras trabajábamos, nos sorprendió con su singular pan casero cocinado en horno de leña. Esta es una tradición familiar cuando su hijo viaja desde Quito para visitarla. ¡Nuestras caras de felicidad son la evidencia de que fue una delicia!



Este ecosistema muestra una impresionante biodiversidad de fauna y flora. En las siguientes fotografías te muestro lo que puedes encontrar además de lagartijas.





Con este atardecer me despido y te invito a seguir pendiente de las actualizaciones del proyecto ‘Lagartijas frías’.

Estefany S. Guerra-Correa